sábado, 4 de marzo de 2017

La importancia de la vida


Hace unos días tuve un accidente de tráfico. Yo era una de las conductoras implicadas en él. No iba acompañada, suerte que al fin y al cabo, iba sola.  
Fue un momento terrible, esos minutos en los que estás dando vueltas por la carretera, dándote con coches como si fuese la atracción de feria y no puedes parar.  No puedes tomar el control del vehículo.

Ese instante es rápido, no te da tiempo a pensar. Pasas mucho miedo y ves tu vida pasar por delante. Yo creía que si algún día tenía un accidente, podría tomar el control. Pero no, no fue así, no pude hacer nada.


Solo miraba por la carretera y vi que detrás de mí había un coche de la Guardia Civil. Uno de los que iba en el coche intentaba parar el tráfico que venía y el otro me miraba y se echaba las manos a la cabeza.

Cuando por fin mi coche paró, quedó levantado, encajado en una cuesta. Yo estaba temblando, llorando, con un ataque de ansiedad, no sé como lo hice pero sin ayuda quité las llaves y salí del coche. Me fui corriendo al otro vehículo que, parecía bastante dañado, para ver si estaban todos bien.

Cuando vi que no salía nadie de él, me temí lo peor. Y cuando por fin salió. Me eché a llorar.

Estábamos todos los conductores y acompañantes implicados en el accidente bien, todos ilesos. Sin embargo, los coches estaban bastante dañados
Enseguida llegó la asistencia sanitaria, más coches de Guardia Civil,  Policía,  grúas, familiares, en un momento aquella recta horrorosa estaba llena de gente.

Y cuando te están atendiendo, cuando tienes la mascarilla puesta y  están intentando tranquilizarte, en ese justo momento es en el que te das cuenta de la importancia de la vida.

Te dan igual los daños materiales, ni siquiera miramos los coches, solo nos abrazamos los conductores y entre todos nos tranquilizamos. Crees que has tenido la mayor suerte del mundo, que tan solo tienes alguna lesión muy leve. Piensas en todo lo malo que te podría haber pasado y al fin y al cabo sonríes.

 Cuando un Guardia Civil, se acercó, me dio la mano y me preguntó como estaba, lo miré entre lágrimas y sonriendo le dije que estaba bien, tan solo muy nerviosa. Y sus palabras fueron: “Eres una valiente, no cambies nunca y valora la vida, que has tenido muchísima suerte.”

Cuento esto, porque las palabras del Guardia, no solo se aplican a mí, todos somos unos valientes y tenemos suerte de tener salud, lo que pretendo es que nos demos cuenta de la importancia de la vida. Que aprendamos a valorarla y a disfrutar cada instante que la vida nos regala. Que seamos valientes y que digamos las cosas y las hagamos todas a su tiempo, sin dejar nada para después.  Debemos decir un te quiero antes de irnos de casa, no enfadarnos por pequeñas tonterías y no discutir sin importancia. Regalar mucho tiempo a los seres queridos y nunca cabrearnos con ellos. Al fin y al cabo, son los que te ayudan.

No nos damos cuenta hasta que no nos pasa. Vi toda mi vida pasar por delante. Todos los fallos que he tenido y sinceramente, ¿Por qué pensar eso?
De ahora en adelante, viviré cada instante como si fuera el último, disfrutaré de cada día que nos regala la vida, no sabemos cuándo puede pasar algo, queriendo o sin querer, esperándonoslo o sin esperárnoslo y tras esto ya no volvamos a ver el sol.


Hay que valorar cada detalle y algo muy importante que aprendido de esto, es que siempre y repito siempre, hay que dar las gracias. Pensando que hemos tenido suerte, el karma, un Dios, no sé qué hay, cada uno lo que quiera pensar. Pero todo podría haber salido mucho peor. 

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